Las pesas rusas, también conocidas por su nombre en inglés kettlebells, son una herramienta de entrenamiento cada vez más popular en gimnasios y rutinas de ejercicio en casa. Su aspecto es inconfundible: una bola de hierro con un asa. Aunque a primera vista pueden parecer rudimentarias, en realidad ofrecen una forma muy eficaz y versátil de entrenar todo el cuerpo. Y no son excesivamente caras.
¿De dónde vienen?
El origen de las pesas rusas se remonta al siglo XVIII en Rusia, donde inicialmente se usaban como contrapesos para pesar mercancías. Con el tiempo, los trabajadores comenzaron a competir entre ellos levantándolas, y así nació su uso con fines deportivos. A lo largo del tiempo, se integraron en el entrenamiento militar y de élite, hasta llegar a los entrenamientos funcionales actuales.
¿Para qué sirven?
Las kettlebells son ideales para mejorar fuerza, resistencia, coordinación, equilibrio y capacidad cardiovascular. A diferencia de las mancuernas tradicionales, permiten realizar movimientos dinámicos y explosivos, como los famosos swings (balanceos), que activan muchos grupos musculares al mismo tiempo.
Se pueden usar tanto para entrenamiento de fuerza como para ejercicios cardiovasculares. Algunos entrenamientos con pesas rusas combinan ambas cosas, logrando un trabajo muy completo en poco tiempo.