Desde el momento en que empecé a escribir sobre correr descalzo era consciente de que uno de los mayores problemas que me encontraría iba a ser esa instintiva respuesta de rechazo. Un rechazo proyectado desde el desconocimiento y alimentado por ese ego tan característico que muchas veces nos impulsa, a mí el primero, a rechazar todo aquello que de algún modo atente contra las estructuras que damos por sentadas y en las que en parte basamos nuestra vida.
Haciendo balance hasta el día de hoy, los casos positivos y con la suficiente apertura de miras para probar antes de censurar superan con creces los detractores incondicionales. Reconozco que es algo raro y diferente pero no por ello malo o fuera de toda lógica. A muchos nos funciona.
Pasó en Estados Unidos antes que aquí porque siempre que algo arranca hay quienes se oponen, en algunos casos para poder conservar la cómoda trona en la que se encuentran instalados desde hace ya demasiado tiempo.
Siempre he intentado presentar mis artículos con respeto hacía todas las opciones y decisiones y relativizar mis comentarios y particularizar mi punto de vista sobre el tema. Esperaba lo mismo de los que hablan desde el otro lado de la calle.
Hace ya un tiempo se publicó este artículo en la página web de ASICS. Voy a permitirme citar partes del artículo para luego comentarlas. Voy a intentar ponerme los guantes de seda para hacer que mis palabras sean lo más comedidas posibles.+ Sigue leyendo