La cronobiología es la ciencia que estudia los cambios en el funcionamiento del organismo en función de la hora del día. Los ciclos de la temperatura corporal, tensión arterial, etc que se repiten cada día se conocen como ciclo circadiano. Muchos de estos ritmos persisten cuando los individuos son aislados temporalmente del ambiente (horas de luz solar, temperatura ambiental, etc.) por lo que tenemos un “reloj interior” conocido como reloj biológico.
Muchos de nosotros preferimos entrenar por la mañana, otros el mediodía y muchos otros el atardecer, cuando cae el día. Otros muchos ajustamos nuestros horarios de entrenamiento a nuestro horario laboral, por lo que nos acostumbramos a horas concretas con la única intención de poder compaginar nuestra vida laboral y familiar con nuestra pasión por el deporte. Pero, ¿existe algun razonamiento fisiológico para elegir el momento del día más óptimo para entrenar?
Muchas investigaciones han tratado de estudiar con poco éxito el efecto que tiene el ciclo circadiano sobre el rendimiento deportivo. Los hábitos de los deportistas y factores ambientales como las horas de las comidas, horas de sueño o temperatura ambiental dificultan la posibilidad de conseguir información fiable acerca de este tema.
Atkinson y sus colegas en 1999 publicaron un estudio dónde encontraban una relación, quizás causal, entre los récords mundiales y la hora del día en la que se ha realizado la competición. Para ellos, los resultados mostraron que el mejor momento para competir es al final de la tarde, que según ellos coincide con el momento del día que nuestra temperatura corporal en reposo es más elevada. Los mismos investigadores encontraron una mayor capacidad de rendir en diversos deportes cerca del atardecer en comparación con la mañana. Por el contrario, estudios que evaluan el rendimiento físico en tascas que requieren un control fino del gesto motor (equilibrio, etc.), encuentran un mayor rendimiento por la mañana en comparación con el atardecer, según ellos por el nivel menor de excitación. Por lo tanto, parece ser que el mejor momento del día para realizar ejercicios de resistencia, potencia, etc. es al final de la tarde, momento en el que tenemos una mayor temperatura corporal en reposo, mientras que para la realización de tascas que requieren una correcta toma de decisiones y gestos motores finos, como el equilibrio, se realizan mejor por la mañana.
Por el contrario, estudios estadísticos parecen demostrar una menor tasa de abandono del hábito de la práctica deportiva en aquellos que los realizan a primera hora de la mañana, por lo que si tienes un problema de “habitos deportivos” puede que la primera hora de la mañana sea “tu hora”. Evidentemente, si eres de los que compites, entrenar el reloj biológico en función de la hora de la competición es la mejor opción: si vas a tener que competir siempre por la mañana, trata de entrenar por las mañanas, o como mínimo incluye entrenamientos semanales por la mañana, mientras que si vas a competir siempre por la noche, deberías de introducir entrenamiento al anochecer. Para ti, ¿cuál es la mejor hora para entrenar?
