El entrenamiento es algo más complejo que el simple hecho de saber que si mañana hay que correr 10 kms a un ritmo o a otro. Está claro que mi rendimiento en competición vendrá dado de forma muy importante por los días que habré entrenado, su intensidad, volumen…pero todo esto no se entendería dentro de un contexto que conocemos como entrenamiento invisible.
El entrenamiento invisible lo entenderíamos como la asunción de unas medidas básicas de higiene a favor del rendimiento deportivo. Y este entrenamiento se debería combinar con el mental y físico.
Y la mayoría no le prestamos suficiente atención. Dedicamos un buen dinero a tener un entrenador que nos paute los entrenamientos físicos, a comprar zapatillas de running súper caras, a pagar inscripciones y viajes para poder competir, pero no prestamos atención a unos factores que a la hora de la verdad nos pueden dar ese plus que muchas veces echamos en falta. Y además prácticamente a coste 0.
De ahí que por ejemplo, dos personas de las mismas características hagan exactamente el mismo entreno pero con resultados diferentes. O el caso del típico corredor que “copia” el entrenamiento de su compañero o bien simplemente se descarga planes de entrenamientos gratuitos por Internet y nunca acaban de sacarle provecho. Seguramente los entrenamientos estén bien, pero está fallando el entrenamiento invisible. Aquel entrenamiento que no vemos, pero que está ahí, y que nos ayuda a mejorar.