El hombre ha estado diseñado para moverse, para desplazarse. Nuestros pies, las rodillas, la cadera, la caja torácica, el hecho de ir perdiendo el vello corporal para así poder transpirar…todo ello ha ido en consonancia a esta particularidad. De hecho, Leonardo Da Vinci, ya dijo en su momento que el pie humano es una pieza de arte y una obra maestra de la ingeniería.
El moverse es tan natural en el ser humano que cuando no lo hacemos (estilo de vida muy sedentario), es cuando aparecen los problemas: desajustes alimenticios, estrés, depresiones, problemas musculares y óseos…
Y aquí nos aparece el primer dilema: ¿Es mejor correr o caminar? Para los que creemos en los factores evolutivos sabemos que el hombre para sobrevivir tuvo que cazar y a la par evitar ser cazado. De alguna manera el hombre no sólo se desplazaba sino que tenía que hacerlo de forma muy eficiente y rápida para poder conseguir sus objetivos y no morir en el intento. Así pues, el ser humano está adaptado a correr. Otra forma es si estamos adaptados a hacerlo de una forma u otra: más volumen o menos volumen, calzados o descalzos, cada día o de vez en cuando, si tengo o no sobrepeso…
Y el artículo aparecido hace unos pocos días en La Vanguardia escrito por Josep Corbella, nos ilustra un poco.
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