Para los aficionados al running, es inevitable tener presentes a los kenianos. Simplemente son los mejores. Si somos de los que nos hemos tragado horas y horas de tv disfrutando del atletismo veremos que en cualquier prueba de fondo y medio fondo, está dominada por los kenianos. Hombres y mujeres. Y cuando gana un país que no es Kenia, si el ganador es un atleta negro, lo más seguro es que sea un nacionalizado keniano. Por suerte, dirán los runners no kenianos, el reglamento sólo permite llevar a 3 atletas de cada país en unos JJOO o Mundiales.
Solo una cifra: los 20 maratones más rápidos del 2011 fueron ganadas por corredores kenianos. ¿Casualidad? A parte del irrepetible Haile Gebresselasie (etíope), cuando un aficionado al atletismo intenta recordar algún corredor de éxito, seguramente le vengan a la cabeza los kenianos: Paul Tergat, Moses y William Tanui, Daniel Komen, Moses Kiptanui, Wilson Kipketer, Patrick Makau…campeones del mundo, campeones olímpicos, recordmans mundiales…
¿Los atletas kenianos tienen la pócima mágica?
Eso mismo se preguntaba el autor del libro Correr con los Keniatas de Adharanand Finn. Finn, es un periodista freelance, que trabaja para Runner’s World, entre otros. Además de ser runner aficionado.
Finn, cogió a su mujer y a sus dos hijas e inició un viaje vital destino Kenia con la esperanza oculta (o no tan oculta) de poder descubrir qué era aquello que hacía de los kenianos los más rápidos del planeta.
Si Finn descubrió en Nacidos para correr que los tarahumara eran los más resistentes, en Kenia vio que los atletas no es que fueran más o menos resistentes. Simplemente eran rápidos. Muy rápidos. Y Finn remarca lo de atletas; en Kenia no hay gente que corra. En Kenya sólo hay ATLETAS.