En su día me hice eco de las hamburguesas veganas. Y predije su fracaso básicamente por estos 3 puntos:
• Son ultraprocesadas, ergo no tienen nada de saludables
• Hay menos veganos de lo que se dice, ergo no hay público potencial para este tipo de producto.
• Son caras. El veganismo es mayoritariamente un movimiento de gente joven y estos tienen poco poder adquisitivo. Una hamburguesa vegana cuesta el doble que una de carne normal y corriente.
Y pasados unos 3-4 años desde la irrupción de las hamburguesas de carne falsa Beyond Meat ya hemos visto su fracaso.
De hecho, Beyond Meat e Impossible Foods (las 2 empresas más grandes de producción de carne falsa en los EEUU), han visto bajar un 90% su cotización en bolsa. Empresas que en su día valían más de 10.000 millones de dólares, ahora están por debajo de los 1.000 millones.
Y es que más allá de la guerra de Ucrania (encarecimiento de las materias primas) y del número veganos reales que hay por todo el mundo (se estima entre un 0’5 y 0,7%), hay otros factores como el de los más de 30 ingredientes que lleva una de estas hamburguesas, de los cuales muchos de ellos son aditivos. Y es que si lo comparamos con una hamburguesa normal:
– 100% de carne bovina.
Poco tienen que hacer aquí los veganos. Ni por salud ni por sostenibilidad. Y más cuando la misma industria cárnica lleva unos años mejorando sus sistemas de ganadería para ser más sostenibles y eficientes para el medio ambiente.