Cuando empiezas a tomarte en serio la posibilidad de correr descalzo y te aproximas al tema ya bien sea usando calzado minimalista, realizando ejercicios de acondicionamiento muscular o directamente saliendo a practicarlo, vives situaciones nuevas y percibes sensaciones diferentes que no siempre surgen ni llegan desde los pies.
Hay que contextualizar que el hecho de tener la voluntad de despertar los pies implica cierto grado de soledad, reflexión y aprendizaje. Soledad porque es un ejercicio de redescubrimientoy reeducación personal que nadie puede hacer por ti y que, por suerte o por desgracia, funciona en gran medida por sensaciones. Aprendizaje porque es una técnica que hemos descuidado y olvidado hasta el punto de sólo recordarla por nuestra herencia genética. Y reflexión porque por mucho que lees y teorizas sobre ello tienes que asimilarlo y adaptarlo en base a tu propia condición física, a tu experiencia y a tu cuerpo.
Hace un tiempo Jason de The Running Barefoot redactó un artículo titulado Algunas verdades tabú sobre correr descalzo (Some Taboo Truths About Barefoot Running). Me sentí muy identificado con algunas de ellas así que las juntaré con otras experiencias propias y sin ningún orden en particular. Además no están todas las que son y voluntariamente he dejado temas y aspectos sin comentar para hacer de este artículo nuestro paño de lágrimas grupal.