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El error de nadar con tabla

El error de nadar con tabla

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¿A cuántos de nosotros, cuando aprendimos a nadar,  nos pusieron agarrados a una tabla para iniciarnos en el crol? ¿O a tapar nuestras rodillas con la misma mientras nos hacían girar un brazo tras otro en la espalda? Estoy segura que muchos de nosotros compartimos esta misma experiencia pero: se consiguió el efecto adecuado?

Se supone que el uso de la tabla se justifica con el hecho de facilitar la flotación de quien está intentando mejorar y coordinar su estilo. De hecho, cuando se pretende aislar el trabajo de pies respecto al resto del estilo, es un buen recurso para concentrar toda nuestra atención en el movimiento, simultáneo o alternativo, que están produciendo nuestras piernas y pies con el que, si trabajan de manera con la orientación adecuada, obtenemos el que calificaríamos como el “milagro” de la propulsión en el agua.

Sin embargo, cuando una tabla se pone en nuestras manos y alguien nos dice que movamos los brazos (pensemos en el crol), algo no encaja. En primer lugar, porque cuando se nada, los brazos necesitan aterrizar de manera progresiva en el agua para acabar su recobro (fase aérea) y quedarse sumergidos en ella antes de empezar la fase subacuática o de remada. En segundo lugar, porque al poner una barrera fija y rígida delante de nosotros, nuestro cuerpo no puede acompañar los movimientos de rotación naturales que se producen cuando nadamos crol y espalda (se conoce con el nombre de “rolido” pero de él hablaremos con más detalle en el siguiente post), ni que podamos apoyarnos sobre ella, ni alargar nuestro cuerpo y brazo para ganar longitud de brazada.

El resultado del trabajo de brazos con tabla es una posición forzada sobre el agua que hace imposible adquirir una posición horizontal debido a la elevación del tronco, con tensiones en hombros y parte superior de la espalda, que se acompaña de la caída de la cadera y con ellas las piernas. Todo ello sin olvidar que, una posición como la descrita, produce una mayor resistencia al avance a la que se añade una longitud de brazada corta.

Entonces parece obvio que lo ideal es evitar poner material de flotación en nuestras manos si pretendemos mejorar nuestra posición y brazada (tabla, pull-boy, etc). Os invito a que hagáis la prueba: ¡sólo necesitáis una tabla!

Escrito por Tere Fullana.

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Sobre el autor

Andreu

Andreu

Me llamo Andreu López y soy Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Pionero en los entrenamientos personales online en España. ¿Nos ponemos en forma? www.preparadorfisicoonline.com

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