Cada día que pasa se escuchan y leen nuevos estudios sobre la dieta cetogénica. De hecho, muchos médicos la pre-escriben en sus pacientes: diferentes tipos de cánceres, artritis, artrosis, alzheimer… Y es que la dieta cetogénica es una dieta muy baja en azúcar.
Si los expertos se han puesto de acuerdo en que el azúcar es una fuente de empeoramiento de nuestra salud (enfermedades degenerativas y autoinmunes), pues tan fácil como evitar ingerir azúcar, bien sea en formato sacarosa, fructosa, almidón o el que sea. Así que la dieta ceto o keto tiene todo el sentido del mundo
Y algunos diréis que la glucosa es imprescindible para nuestro cuerpo. Y eso es así, pero es que esta no sólo nos viene dada por el azúcar.
A partir de eso, nos sale una dieta:
· Muy baja en hidratos. 5% aprox. O sea, ya podemos quitar azúcares y harinas y quedarnos con los hidratos naturales de las frutas y verduras
· Y alta en grasas saludables: carnes, pescados y huevos de calidad, aceite de oliva, de coco, aguacates, frutos secos
A grosso modo, a nivel de macros la cosa quedaría así:
· Hidratos: 5-15%
· Protes: 20%
· Grasas 65-75%
Lo que está claro es que con este tipo de dieta, perderemos grasa rápidamente. Y es que a nivel hormonal, el seguir estas pautas cetogénicas nuestro cuerpo empezará a quemar grasas de forma principal. Al comer tan poco azúcar, tan poco hidrato, la insulina la tenemos a valores “normales”, estabilizada. La insulina es una hormona anabólica y es la protagonista, entre otras cosas, de almacenar grasa, con lo cual, una alta presencia de esta hormona hará que nuestro cuerpo almacene grandes cantidades de grasa (más allá de si hacemos mucho deporte o no).