free web hit counter

Artículos en la categoría ‘Correr descalzo’

¿Quién dijo miedo? Prepara un reto en condiciones

¿Quién dijo miedo? Prepara un reto en condiciones

6

 

El miedo es algo inherente en el ser humano. Inherente y necesario. Es malo no tener miedo y yo añadiría que quien dice que nunca tiene miedo, está mintiendo. El miedo es lo que nos hace estar alerta, estar precavidos por aquello que desconocemos o que no controlamos. Si no tuviéramos miedo, no tomaríamos ninguna medida de protección  ni de seguridad y esa dejadez jugaría en nuestra contra.

Si queremos avanzar, hacer algo que no hemos hecho nunca es lógico que tengamos dudas: ¿podré hacerlo?, ¿seré capaz? Estas dudas son una muestra de inseguridad y por tanto también de miedo. Pero eso es lo que precisamente nos hará avanzar y ser mejores.

Y en los corredores este factor está muy presente.

Muchos corredores se dedican siempre a un mismo tipo de rutina: corren unos 3 días a la semana, siempre el mismo volumen (algunas veces algo más rápido o más lento), entrenan casi siempre en el mismo entorno y se apuntan al mismo tipo de carreras, si es que compiten.

Esta forma de entrenar terminará por resultar monótona; nuestro cuerpo no se estimula lo suficiente como para ir mejorando y cuando un cuerpo no mejora se estanca. Y cuando se estanca, termina yendo hacia atrás. Bien es verdad que a lo mejor no tenemos ningún objetivo de marcas, ni pruebas ni nada, pero cuando a nivel físico sometemos al cuerpo a un esfuerzo que siempre resulta ser el mismo terminamos por acomodarnos y el resultado no es sólo una no mejora de nuestro físico como acabamos de comentar, sino una propensión a las lesiones. El cuerpo se fía, está cómodo, “baja la guardia”, nuestra tensión no es la misma y es fácil que empiecen ciertas molestias físicas.

En otras palabras, comer ensalada es bueno y sano, pero si siempre, cada día, comemos ensalada y además el mismo tipo de ensalada, nuestro cuerpo seguro que algún día echará de menos algún otro alimento e incluso llegaremos a aburrir y odiar la ensalada e incluso nos sentará mal.

+ Sigue leyendo

21 Días con calzado minimalista (Semana II)

21 Días con calzado minimalista (Semana II)

24

Esta es la segunda semana de una serie de tres (primera semana) en las que mi intención es adaptarme a una nueva forma de caminar y correr. Para ello he sustituido mi calzado tradicional por calzado minimalista a la hora de realizar todas las actividades cotidianas. El propósito es incorporar en el día a día de la manera más imperceptible el fortalecimiento de la musculatura necesaria para este nuevo proceder biomecánico. A pesar de tratarse del comportamiento lógico y natural del cuerpo por su diseño las dos últimas generaciones lo hemos ido evitando y olvidando al usar un calzado excesivamente amortiguador.

Realmente las sensaciones son muy diferentes sin que ello signifique que el cambio es traumático. A día de hoy considero que ha sido un acierto plantearlo de este modo ya que es la manera más progresiva y natural. No voy a negar que, a veces, cuando estoy sacando al perro, empiezo a mirar el suelo con ojos golositos y me pregunto qué se sentirá al caminar completamente descalzo. Tener los pies separados del suelo por cinco centímetros de goma te aísla y te incapacita para sentir lo que te quieren transmitir. Unos pocos milímetros te abren los ojos a la antesala de un nuevo elenco de sensaciones. Y el tiempo de los paseos parece acortarse mientras pienso en todo lo que aun me estoy perdiendo: temperatura, profundidad, charcos, presión, relieve, rugosidad, hierba, tierra, arena… Todas las superficies se presentan como pequeños retos con sus propias características y peculiaridades. Igual que un bebé que despierta a la vida siento que me estoy volviendo muy curioso.

Bajando a un nivel menos metafísico y mucho más práctico y terrenal tengo que confesar que calzarse las zapatillas sigue siendo algo complicado (más el pie izquierdo que el derecho) pero se va viendo algún progreso: ya no se me duermen los dedos al llevarlas puestas.
+ Sigue leyendo

21 Días con calzado minimalista (Semana I)

21 Días con calzado minimalista (Semana I)

55

Cuando uno empieza a entusiasmarse con esto de correr descalzo corre el peligro de querer hacer demasiadas cosas y demasiado rápido pudiendo convertir las buenas intenciones y la ilusión en un proceso traumático y desmoralizador.

Entendiendo que se trata de una reeducación física a muchos niveles y teniendo muy interiorizado que cualquier hábito tarda 21 días en incorporarse a la disciplina personal me plantee cómo podría atacar este pequeño desafío con el mayor pragmatismo sin por ello tener que retener mis ansias de empezar a practicarlo inmediatamente.

Lo más sencillo hubiera sido lanzar las zapatillas por la ventana y salir descalzo a la calle pero, como estoy seguro de que podéis intuir, eso implica un gran número de inconvenientes. Lo más cercano (a mi entender) a correr descalzo son las zapatillas minimalistas. La elección de marca y modelo vino muy condicionada por la dificultad de encontrar tiendas físicas en las que vendan este tipo de calzado pero también por un factor que para mí fue decisivo: los bolsillos para dedos del pie de las Vibram Five Fingers.
+ Sigue leyendo

Qué me impulsa a correr descalzo

Qué me impulsa a correr descalzo

44

 

Mi historia no es muy diferente a la de tantos otros que pasáis por aquí. De hecho seguro que cuando leáis los próximos párrafos os sentiréis en algún punto que otro bastante identificados. Mi perfil como deportista responde perfectamente a esa palabra que hemos adoptada del francés como si fuera nuestra: amateur. Principiante, aficionado, muy por detrás de los registros de las bestias pardas que frecuentan este blog y muy cercano a ese atleta popular que aparece en las carreras de cinco y diez kilómetros los domingos por la mañana.

Mi historial deportivo siempre ha ido muy ligado al baloncesto a pesar de haberme quedado clavado desde hace bastantes años en el 1,73m. He tenido algún escarceo con el fútbol más o menos serio y he jugado casi cualquier cosa que implique tener una raqueta en la mano. Para mí el deporte no se entendía sin una pelota o un equipo al que pertenecer y otro contra el que competir. Pero, como comentaba, una genética no excesivamente idónea para la práctica del baloncesto me hizo desistir hace ya años de intentar ir más allá y, como casi todos, acabé apuntándome a un gimnasio ya que parecía la única forma de mantenerse en forma pasada la adolescencia. En mi primera etapa encontré un gran profesional que me asesoró y me enseñó como nadie ha sabido hacerlo desde entonces y por ello he acabado muy desangelado de esa pretendida salud enlatada que venden las grandes cadenas de gimnasios.

Sin baloncesto, sin gimnasio, sin deporte.
+ Sigue leyendo